Romanticismo en Latinoamérica
y Colombia
Una gran parte de la
literatura hispanoamericana estuvo marcada por una intención política, durante
la independencia, periodo en el cual la literatura puso al servicio de la
libertad y del ideal bolivariano de la unidad americana. En pleno romanticismo se impone en Latinoamérica
el nacionalismo, los escritores y pensadores preocupados por la conformación y
el destino de las naciones americanas empezaron a proponer proyectos en torno a
la organización de las republicas y el problema de la identidad nacional.
Alrededor de este objetivo
surgieron dos tendencias que provocaron una
fuerte lucha entre el progreso y la barbarie, entre lo propio y lo ajeno, entre
lo de adentro y lo de afuera, una de esas tendencias fue el llamado proyecto
civilizador, el cual partía de la noción de que la recolonización y la adopción
de los modelos europeos eran fundamental para la reorganización de las
naciones. Para os seguidores de este movimiento los americano eran europeos
nacidos en América, los mestizos, los indígenas eran razas inferiores,
imposibilitadas para gobernar porque la patria original era Europa.
Civilización y Barbarie
Facundo o Civilización y
Barbarie en las pampas argentinas es un libro escrito en 1845 por el educador,
periodista, escritor y político argentino, Domingo Faustino Sarmiento, durante
su segundo exilio en Chile.
Sus primeras tiradas se
hicieron a través de la sección Folletín del diario chileno "El
Progreso". Su inmediato éxito hizo que se publicara en un volumen.
Rápidamente el libro pasó, de modo clandestino, a Argentina logrando una
inmediata repercusión en la opinión pública.
Facundo es uno de los
principales exponentes de la literatura hispanoamericana: además de su valor
literario, la obra proveyó un análisis del desarrollo político, económico y
social de Sudamérica, de su modernización, su potencial y su cultura. Como lo
indica su título, en su texto Sarmiento analiza los conflictos que se abrieron
en la Argentina inmediatamente después de la Independencia declarada en 1816, a
partir de la oposición entre civilización y barbarie.
Facundo muestra la vida de
Juan Facundo Quiroga, un militar y político gaucho del Partido Federal, que se
desempeñó como gobernador y caudillo de la Provincia de La Rioja durante las
guerras civiles argentinas, en las décadas de 1820 y 1830.
A lo largo del texto,
Sarmiento explora la dicotomía entre la civilización y la barbarie. Como
observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa,
Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia»,
mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia,
Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas». Es por esta razón que
Facundo tuvo una influencia tan profunda. Según González Echevarría: «al
proponer el diálogo entre la civilización y la barbarie como el conflicto
central en la cultura latinoamericana, Facundo le dio forma a una polémica que
comenzó en el periodo colonial y que continúa hasta el presente».
La primera edición de
Facundo fue publicada en 1845. Sarmiento eliminó los últimos dos capítulos para
la segunda edición de 1851 pero los volvió a incluir en 1874, decidiendo que
eran importantes para el desarrollo del libro. La primera edición dio lugar a
varios libros cuyo objetivo fue analizar o criticar Facundo, siendo el
principal Muerte y resurrección de Facundo de Noé Jitrik, en el cual el autor
exploró desde su clasificación literaria hasta su relevancia histórica.
Reflexión
La guerra es el escenario
de la barbarie por excelencia. La muerte se impone como principio y el miedo a
la misma como motivador de conductas. En su proceso se van desvaneciendo todas las
reglas que los hombres habían desarrollado en los momentos de civilidad: las
reglas morales, las legales, las sociales y hasta las que regulan el intercambio
comercial y los mercados. Como ya viéramos en la descripción que brinda
Sarmiento del caudillo y de la personalidad feroz de Facundo, la imposibilidad
de crear expectativas respecto del contexto y del actuar.
del prójimo, conjuntamente
con circunstancias que incentivan la traición, da por resultado un hombre en
estado cuasi animal. Hombre que, sin objetivos distintos del mero sostenimiento
físico diario y sólo impulsado por el temor a la muerte, vive en ella y muere
como hombre.
Ahora bien, si la guerra
es la primera forma de barbarie, la segunda forma
de la barbarie se nos
presenta como la invasión. Aquí vemos el elemento que ya introdujéramos en
nuestro análisis de la barbarie en la obra de Sarmiento. Ésta no se manifiesta
únicamente en la anarquía o la violencia explícita sino también en los órdenes
ficticios que se imponen para acallar esta violencia. El poder unívoco de lo
arbitrario a veces se disfraza de orden civilizado. Por otra parte, esta fuerza
negativa no siempre aparece de forma intempestiva, sino que muchas veces va
emergiendo imperceptiblemente hasta que se torna una realidad tangible, incapaz
de ser eludida. De esta manera, se hace más difícil de advertir y
contrarrestar.
Civilización es todo aquel ámbito donde un conjunto de
hombres logra llevar adelante sus proyectos individuales, disponiendo
libremente de sus fuerzas vitales y sin entorpecer la consecución de los
proyectos del prójimo. Estos “órdenes espontáneos”, conjunción de principios
surgidos indeliberadamente y de instituciones creadas conscientemente,
compartidos en mayor o menor grado por los individuos, conforman un ámbito de
cierta armonía y coordinación. Esto no significa una completa homogeneidad; por
el contrario, en general, donde se puede respirar civilidad se hacen patentes
las muy diversas opiniones, elecciones y proyectos de cada uno. Pero
justamente, este “mínimo” de coincidencia es lo que permite que se exprese
libremente este “máximo” de diferencia.
Por el contrario, la barbarie es el ámbito de la
homogeneidad. Allí donde rige la voluntad de uno, por la vía de la pura
violencia, no pueden florecer otros proyectos, otras ideas, otras vitalidades.
Justamente el valorar como forma de creación de cosmovisiones está limitado.
Este poder de la barbarie puede hacerse presente en diversas formas, a través
de rostros humanos, a través de pautas culturales y hasta a través de rigurosos
y formales órdenes políticos. No debe darse necesariamente la anarquía o el
caos para que rija la barbarie. Por otra parte, esta es una fuerza devastadora
que niega, destruye o diluye todos los valores y costumbres que hacen a la vida
civilizada.
Por lo tanto, sólo el ejercicio constante de valorar
y, por lo tanto, de brindarle sentido al mundo es lo único que puede prevenir a
los hombres de caer en la barbarie. Una organización política o jurídica, no
puede evaluarse entonces, por su grado de eficacia en cumplir con tal o cual
objetivo sino sólo a través de su capacidad para afirmar un grado tal de
libertad que les permita a los hombres seguir valorando y conformando ese
conjunto de principios que se dan por evolución.
Si la libertad es el valor axial de una propuesta,
deberemos alejarnos de toda corriente barbárica –se haya manifestado ésta en la
forma de un caos o de un orden bien implementado– por la vía de la afirmación
de este principio y de todas las diversas valoraciones que de su ejercicio
puedan nacer.
Gauchesco
– genero que se origina en el siglo XIX en Argentina y sus protagonistas son los
gauchos. Sarmiento habla sobre cantores populares ambulantes, peones que
conforman la barbarie por lo cual este término a planteado polémicas incluso algunos
lo han asociado al vocablo Quechua.
Huacho-
quiere decir huérfano o abandonado.
El
gaucho es un producto concreto del mestizaje que fue la mezcla entre indios y
blancos. El gaucho es el vaquero hábil y conocedor de la geografía Argentina,
su vida transcurre prestando un servicio a un determinado amo.
Tipos
de gaucho
Gaucho
malo: la justicia lo persigue su nombre es temido, pronunciado en voz baja y
con respeto. Es un personaje que vive en la pampa, un hombre divorciado de la
sociedad, un héroe de desierto, roba caballos y mujeres, es su profesión y
disciplina
Gaucho
bueno: es el trovador cantando las historias de sus héroes, es cronista, no
tiene residencia, fija, su fortuna son sus versos y su voz. Su poesía es monótona
e irregular, más narrativo que sentimental.
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