viernes, 31 de mayo de 2013

Romanticismo Latinoamericano y Colombiano


Romanticismo en Latinoamérica y Colombia

Una gran parte de la literatura hispanoamericana estuvo marcada por una intención política, durante la independencia, periodo en el cual la literatura puso al servicio de la libertad y del ideal bolivariano de la unidad americana.  En pleno romanticismo se impone en Latinoamérica el nacionalismo, los escritores y pensadores preocupados por la conformación y el destino de las naciones americanas empezaron a proponer proyectos en torno a la organización de las republicas y el problema de la identidad nacional.
Alrededor de este objetivo surgieron dos tendencias que provocaron  una fuerte lucha entre el progreso y la barbarie, entre lo propio y lo ajeno, entre lo de adentro y lo de afuera, una de esas tendencias fue el llamado proyecto civilizador, el cual partía de la noción de que la recolonización y la adopción de los modelos europeos eran fundamental para la reorganización de las naciones. Para os seguidores de este movimiento los americano eran europeos nacidos en América, los mestizos, los indígenas eran razas inferiores, imposibilitadas para gobernar porque la patria original era Europa.

Civilización y Barbarie
Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas es un libro escrito en 1845 por el educador, periodista, escritor y político argentino, Domingo Faustino Sarmiento, durante su segundo exilio en Chile.
Sus primeras tiradas se hicieron a través de la sección Folletín del diario chileno "El Progreso". Su inmediato éxito hizo que se publicara en un volumen. Rápidamente el libro pasó, de modo clandestino, a Argentina logrando una inmediata repercusión en la opinión pública.
Facundo es uno de los principales exponentes de la literatura hispanoamericana: además de su valor literario, la obra proveyó un análisis del desarrollo político, económico y social de Sudamérica, de su modernización, su potencial y su cultura. Como lo indica su título, en su texto Sarmiento analiza los conflictos que se abrieron en la Argentina inmediatamente después de la Independencia declarada en 1816, a partir de la oposición entre civilización y barbarie.
Facundo muestra la vida de Juan Facundo Quiroga, un militar y político gaucho del Partido Federal, que se desempeñó como gobernador y caudillo de la Provincia de La Rioja durante las guerras civiles argentinas, en las décadas de 1820 y 1830.
A lo largo del texto, Sarmiento explora la dicotomía entre la civilización y la barbarie. Como observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa, Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia», mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia, Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas». Es por esta razón que Facundo tuvo una influencia tan profunda. Según González Echevarría: «al proponer el diálogo entre la civilización y la barbarie como el conflicto central en la cultura latinoamericana, Facundo le dio forma a una polémica que comenzó en el periodo colonial y que continúa hasta el presente».
La primera edición de Facundo fue publicada en 1845. Sarmiento eliminó los últimos dos capítulos para la segunda edición de 1851 pero los volvió a incluir en 1874, decidiendo que eran importantes para el desarrollo del libro. La primera edición dio lugar a varios libros cuyo objetivo fue analizar o criticar Facundo, siendo el principal Muerte y resurrección de Facundo de Noé Jitrik, en el cual el autor exploró desde su clasificación literaria hasta su relevancia histórica.




Reflexión
La guerra es el escenario de la barbarie por excelencia. La muerte se impone como principio y el miedo a la misma como motivador de conductas. En su proceso se van desvaneciendo todas las reglas que los hombres habían desarrollado en los momentos de civilidad: las reglas morales, las legales, las sociales y hasta las que regulan el intercambio comercial y los mercados. Como ya viéramos en la descripción que brinda Sarmiento del caudillo y de la personalidad feroz de Facundo, la imposibilidad de crear expectativas respecto del contexto y del actuar.
del prójimo, conjuntamente con circunstancias que incentivan la traición, da por resultado un hombre en estado cuasi animal. Hombre que, sin objetivos distintos del mero sostenimiento físico diario y sólo impulsado por el temor a la muerte, vive en ella y muere como hombre.

Ahora bien, si la guerra es la primera forma de barbarie, la segunda forma
de la barbarie se nos presenta como la invasión. Aquí vemos el elemento que ya introdujéramos en nuestro análisis de la barbarie en la obra de Sarmiento. Ésta no se manifiesta únicamente en la anarquía o la violencia explícita sino también en los órdenes ficticios que se imponen para acallar esta violencia. El poder unívoco de lo arbitrario a veces se disfraza de orden civilizado. Por otra parte, esta fuerza negativa no siempre aparece de forma intempestiva, sino que muchas veces va emergiendo imperceptiblemente hasta que se torna una realidad tangible, incapaz de ser eludida. De esta manera, se hace más difícil de advertir y contrarrestar.

Civilización es todo aquel ámbito donde un conjunto de hombres logra llevar adelante sus proyectos individuales, disponiendo libremente de sus fuerzas vitales y sin entorpecer la consecución de los proyectos del prójimo. Estos “órdenes espontáneos”, conjunción de principios surgidos indeliberadamente y de instituciones creadas conscientemente, compartidos en mayor o menor grado por los individuos, conforman un ámbito de cierta armonía y coordinación. Esto no significa una completa homogeneidad; por el contrario, en general, donde se puede respirar civilidad se hacen patentes las muy diversas opiniones, elecciones y proyectos de cada uno. Pero justamente, este “mínimo” de coincidencia es lo que permite que se exprese libremente este “máximo” de diferencia.

Por el contrario, la barbarie es el ámbito de la homogeneidad. Allí donde rige la voluntad de uno, por la vía de la pura violencia, no pueden florecer otros proyectos, otras ideas, otras vitalidades. Justamente el valorar como forma de creación de cosmovisiones está limitado. Este poder de la barbarie puede hacerse presente en diversas formas, a través de rostros humanos, a través de pautas culturales y hasta a través de rigurosos y formales órdenes políticos. No debe darse necesariamente la anarquía o el caos para que rija la barbarie. Por otra parte, esta es una fuerza devastadora que niega, destruye o diluye todos los valores y costumbres que hacen a la vida civilizada.
Por lo tanto, sólo el ejercicio constante de valorar y, por lo tanto, de brindarle sentido al mundo es lo único que puede prevenir a los hombres de caer en la barbarie. Una organización política o jurídica, no puede evaluarse entonces, por su grado de eficacia en cumplir con tal o cual objetivo sino sólo a través de su capacidad para afirmar un grado tal de libertad que les permita a los hombres seguir valorando y conformando ese conjunto de principios que se dan por evolución.
Si la libertad es el valor axial de una propuesta, deberemos alejarnos de toda corriente barbárica –se haya manifestado ésta en la forma de un caos o de un orden bien implementado– por la vía de la afirmación de este principio y de todas las diversas valoraciones que de su ejercicio puedan nacer.



Gauchesco – genero que se origina en el siglo XIX  en Argentina y sus protagonistas son los gauchos. Sarmiento habla sobre cantores populares ambulantes, peones que conforman la barbarie por lo cual este término a planteado polémicas incluso algunos lo han asociado al vocablo Quechua.
Huacho- quiere decir huérfano o abandonado.

El gaucho es un producto concreto del mestizaje que fue la mezcla entre indios y blancos. El gaucho es el vaquero hábil y conocedor de la geografía Argentina, su vida transcurre prestando un servicio a un determinado amo.

Tipos de gaucho

Gaucho malo: la justicia lo persigue su nombre es temido, pronunciado en voz baja y con respeto. Es un personaje que vive en la pampa, un hombre divorciado de la sociedad, un héroe de desierto, roba caballos y mujeres, es su profesión y disciplina
Gaucho bueno: es el trovador cantando las historias de sus héroes, es cronista, no tiene residencia, fija, su fortuna son sus versos y su voz. Su poesía es monótona e irregular, más narrativo que sentimental.



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